Me dijeron que escribiera y aquí estoy, nuevamente, intentando aterrizarme.
Esto va para Pato:
Wilson de mi vida. Al que tanto amé y ya ni sé si sigo amando; porque el hueco en mi pecho es masivo, es un hoyo en el que me veo buscándolo todos los días.
Me ahorraré el tú a tú porque nunca fuimos eso.
Qué extraño recordar su carcajada pero no su voz. O quizás sí, a pedacitos, como cuando llamamos a alguien y no tenemos señal.
Qué fría la distancia, y eso que estamos tan cerca.
Le juro que nunca pensé ser capaz de decir adiós. Pues bueno, ambos sabemos de mi fuerte inseguridad y de mi cambio constante de opiniones frente a las cosas, las personas y los hilos que las unen.
Lo sé Pato, sé que estábamos destinados a enamorarnos, entregarnos, disfrutarnos y también enseñarnos cosas. Por ejemplo: Aprendí a hacerlo muy feliz.
Sé que en la etapa final de nosotros todo se vino abajo y de una manera... Si lo pongo en palabras: soez, tajante, yugular y dolorosa.
Creo que mi miedo reside en tener una parte de usted conmigo que no me permita olvidarlo.
Me corrijo: Sé que no podré olvidarlo.
Detesto adelantarme a futuros que aún no existen y verlo con otras que no soy yo. Y usted entendió, jamás fui celosa... pero mi miedo al reemplazo. A sentirme desechable, a sentir que existen mejores seres que yo y en tantos aspectos...
La garganta me sabe a sangre y ácido por todas las palabras que he guardado. Entiendo que es muy tarde para hablar y es mejor soltar, de la forma más sana en que podamos.
Amor siempre tendré para usted. Mi primer amor.
Un abrazo fuerte y un lo siento,
La que fue su Laura.