Últimamente he pensado y he llegado a profundizar sobre algunas cuestiones relacionadas con mi dolor (sucede que ni siquiera me gusta conceptualizar mis propios sentimientos o emociones). Entonces, a continuación lo que haré, de forma reflexiva, será señalar mediante ítems, algunas ideas sobre mi tristeza.
- En primer lugar, no entiendo el por qué busco desquitarme con la gente que más quiero. No sé si a alguien más le suceda o sienta la necesidad de transmitir su sufrimiento a la persona que está a su lado, puede ser un desconocido o la persona que más ames en el mundo; en mi caso, respectivamente, reconozco que encuentro cierto disfrute en manipular vilmente con mi discurso y mi actitud hacia los seres a los que les guardo más cariño. Y, ¡lo sé!, de verdad, no es necesario reprocharme que ellos seguramente no tienen mucho que ver con mi tormenta interna, y que por supuesto, estoy siendo completamente egoísta (de por sí, yo lo hago la mayor parte del tiempo). Pero la rabia y el rencor arden en mí, recorren cada partícula de mi cuerpo, y literalmente, entro en calor, entro en un estado del que me cuesta salir, y se relaciona directamente con una furia explosiva, y entonces, entre comentarios, risas y crueldad, hiero a diestra y siniestra, sin arrepentimientos... Hasta que, nuevamente retorno a la calma.
- Ahora, teniendo esto en cuenta, surgen dos preguntas recurrentes dentro de mí misma. 1) ¿Realmente me creo tan extraordinaria que tengo la capacidad ética/moral de someter al yugo de mi malestar a una persona que no lo merece y que digo constantemente que amo? 2) ¿Cómo es posible que alguien tenga que 'resistir', 'aguantar', o 'escuchar' siquiera las palabras tan toscas y agresivas con las que me expreso? Y es que bueno, yo no tengo nada de especial, soy igual que todos.
Perdí el hilo, de nuevo, como me gustaría dar lo mejor de mí (aunque sea en este aspecto).