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viernes, 3 de abril de 2020

Los días de encierro van pasando y yo me siento sepultada. Siento que hay kilos de tierra inmovilizándome, entumeciendo mis articulaciones e ingresando poco a poco dentro de mis pulmones. Me siento muerta.

Nadie me escucha, nadie me lee, nadie me extraña, nadie me soporta. Es evidente que en mi cabeza ha sucedido varias veces un suicidio, y conforme corre el tiempo esta fuerza oscura me acecha con más severidad.

Yo sé que todos estamos solos. Pero yo vivo en el exilio de todos, y peor aún, en el exilio de mí.

No hay ningún talento que me acompañe o que me signifique valor. Qué ganas de romperse la piel y de caer sin dolor (por favor no más dolor) dentro de cualquier precipicio, o fuera de él, qué más da.

Estoy fuera de todos y adentro de mí, adentro de mi pasado, adentro de no querer haber nacido.

Ya no tengo fe. Lo siento.
Lo siento por mí.

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